Recuerdo un Sábado
por la mañana, esperando junto con mis compañeros y el profesor para irnos al
Santuario de Fauna y Flora Otún Quimbaya, era un día soleado en la capital de
Risaralda, Pereira, charlábamos, contando chistes y nada que pasaba la chiva
que nos llevaba a ese magnífico lugar, hasta pasado 30 min llego el transporte
y montamos todas esas maletas cargadas de ropa impermeable, botas y muchas
cosas. Arrancamos y fue una mini-rumba dentro de esa chiva, cantamos, bailamos
de la alegría de esa salida.
Hicimos una
parada por el corregimiento de La Florida, ahí compramos dulces para poder
tener más energía porque durante las actividades en el Santuario habrá mucha
caminata y eso quita energía. Minutos después salimos de La Florida, el clima
ya había cambiado, en vez de esa mañana soleada sabatina, ahora se mostraba
nubes grises y un frio refrescante. Llegamos al Santuario de Fauna y Flora Otún
Quimbaya, que lugar tan bonito rodeado de bosques subandinos, tiene una
arquitectura colonial y además tenía un ambiente majestuoso y tranquilo.
Después de
habernos registrado, nos llevaron al salón de audiovisuales para mostrarnos la
historia tanto del lugar como del bosque que lo rodea, también nos mostraron
los animales que lo habitan y la flora que lo componen. Ya después de haber
terminado esa charla, nos fuimos a escoger nuestras habitaciones, me toco una habitación
con dos camarotes, después de desempacar nuestras cosas, nos fuimos para una
pequeña recreación en las canchas del Santuario para así calentar antes de
irnos a la caminata.
Ya de haber
terminado con el calentamiento, comenzamos con las caminatas, habían tres
senderos que conformaba el Santuario: Sendero del Rio, Sendero de los Bejucos,
Sendero de los Humedales, cada uno tiene su historia y su fauna y flora que lo
corresponde. A mí me tocó con el sendero del rio con un grupo de personas,
vimos una gran variedad de plantas que crecen en las cercanías del Rio Otún, además
nos metimos en una de las orillas para sentir el intenso frio que circula el
rio. Y como en cada caminata no faltaba la lluvia, empezó a llover a cantaros y
llegamos al Santuario a refugiarnos y a secarnos, luego me bañe en un rico baño
caliente que ofrecía el hospedaje y descanse por una hora.
Llegó la
noche, y todas las personas de la carrera de Administración de Turismo
Sostenible (incluido yo) fuimos al restaurante para comer una de las comidas típicas
de la región andina pereirana, un suculento plato gastronómico preparado por
las mismas cocineras que viven por las cercanías del Santuario. Después de
dejar el restaurante, todo el mundo se fue a la fogata preparada por los guías turísticos
del Santuario, además, nos invitaron a tomar una taza de Canelazo (agua de
panela con aguardiente), tome solo una taza y es un milagro que no me puse mareado,
porque no soy bueno con las bebidas alcohólicas.
Al día
siguiente, me desperté en una fría pero soleada mañana, una hora después desayune
y luego nos citaron a todo el mundo a realizar una pequeña actividad recreativa
para calentar, después comenzamos con la segunda caminata por los senderos,
esta vez me toco el Sendero de los Humedales, muy diferente a lo que vi el día
anterior, tanto la flora que hay algunos que no se ven en el Sendero del Rio,
pero son también hermosos, además por primera vez he escuchado sonidos de
animales, especialmente del Mono Aullador. Es impresionante como un animal
transmite un sonido tan fuerte desde un lugar muy lejano que no podemos verlo. Además
destacar que había algunas construcciones de la casa colonial que habitaba al
lado del Santuario que en época de la colonización española, fue pertenecida a
una familia adinerada, tenía hasta un diseño de piscina o jacuzzi, pero por el
paso de los tiempos, esa arquitectura estaba invadida de moho. También por ese
mismo sendero, tenía un pequeño lago y que también habitaban pececitos. Y como
en cada caminata que hay, no falta la interminable lluvia, llovía y nos tocaba
correr para llegar rápido a refugiarnos en el Santuario, pero esta vez tocaba
hacerlo más precavido porque había lugares resbaladizos y podía ocurrir algún tipo
de accidente. Por fin llegamos al Santuario, después de bañarme y cambiar de
ropa, fui al restaurante para un último almuerzo y después volver a la ciudad,
ya ahora con una experiencia maravillosa que me deja el Santuario de Fauna y
Flora Otún Quimbaya, un Santuario mágico rodeado de bosques y fauna que solo acá
en esta región podemos tenerlo. Y espero que en futuras generaciones, puedan
conservar ese legado ambiental que dejamos para un mejor fin.
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